viernes, 28 de enero de 2011

Actitud, son pensamientos convertidos en acciones

Muchos trabajos se pierden, muchos matrimonios se desintegran, muchas amistades se disuelven por una causa: la mala actitud.
Actitud son pensamientos convertidos en acciones.
Dios nos hizo perfectos. Nuestras emociones reaccionan (actitud) conforme a lo que pensamos. Es decir, la información que introducimos en nuestra mente o los pensamientos que nos invaden en reiteradas ocasiones, se convierten en actitudes.
Si usted piensa continuamente que es un fracasado, lo será. La Biblia enseña:
“Como él piensa en su interior, así es él ” (Proverbios 23:7)
Cambie de pensamiento, como cambia de canal. Cuando vemos en la televisión alguna película aburrida o ciertas imágenes que son malas para nosotros o nuestros hijos, automáticamente cambiamos de canal. Deberíamos aprender a hacer eso mismo, pero con los pensamientos que vienen a nuestra mente. Cuando comenzamos a pensar cosas negativas, tomemos el control remoto y cambiemos de pensamiento.
Es importante que prestemos atención a la palabra de Dios, que continuamente leamos la Biblia o escuchemos predicaciones motivacionales. “La fe viene por el oír la palabra de Dios…” decía un viejo discípulo de Jesús. Una persona de fe, es una persona con actitud positiva.
El apóstol Pablo declara:
“Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendísteis y recibísteis y oísteis y vísteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros.” (Filipenses 4:7-9)
Este pasaje nos está proporcionando un filtro, para lo que tenemos que permitir entrar en nuestros pensamientos. Utilice este colador cuando vengan pensamientos de derrota.
Por ejemplo: si piensa “no soy importante, soy un fracaso, nunca llegaré a nada en esta vida”, remítase a pasarlo por ese tamiz. ¿Es verdadero? ¿Es puro? ¿Es de buen nombre? ¿Digno de alabanza? Si la respuesta es: NO, entonces quítelo inmediatamente de sus pensamientos y comience a pensar: “soy un vencedor, voy de victoria en victoria, soy un hijo de Dios”. Le aseguro que sus actitudes van a cambiar rotundamente porque las emociones responden a nuestros pensamientos. Nuestros sentimientos y actitudes funcionan de esta misma manera. Todo lo que pensamos, tarde o temprano, se convierte en una acción (actitud).
Lo terrible de esto, es que esos malos pensamientos también se pueden pasar a otros. Como los virus a las computadoras.
Mire que importante es lo que Dios promete:
“Por lo cual, éste es el pacto que haré con la casa de Israel Después de aquellos días, dice el Señor: Pondré mis leyes en la mente de ellos, Y sobre su corazón las escribiré; Y seré a ellos por Dios, Y ellos me serán a mí por pueblo…” (Heb 8:10)
¿Se dio cuenta? Dios se interesa en formatear nuestro disco duro y poner en el sus pensamientos y su palabra. Él sabe que si pensamos correctamente, vamos a cambiar nuestras actitudes.
Jesús, como hombre, fue tentando. Pero él respondía: “escrito está”. Escribamos la palabra de Dios en nuestro corazón e imprimamos en nuestra mente sus consejos. Hay gente que cuando se equivoca o hace algo mal, se dice así mismo: “que tonto soy, nunca hago nada bien”. ¡No! Cuando haga algo mal, no diga: “soy un tonto”. Eso hace que sus pensamientos le ordenen a sus emociones y a su espíritu a reaccionar mal.
Mejor dicho: ¡las emociones reaccionan bien, porque sólo responden a lo que pensamos! Si pensamos en forma pesimista, responderán con una mala actitud, porque los pensamientos son negativos. ¿Entiende lo que le digo? Por ejemplo, veamos lo que sucede con las computadoras. ¿Escuchó decir algunas vez a alguien “se me desconfiguró tal cosa, o se me borró tal archivo?”. Eso, es imposible. No se borran los archivos por sí solos, no se desconfiguran los programas por su propia cuenta. Algo tocamos o introducimos para que nuestra PC funcione mal. Ellas sólo responden a lo que cargamos en el disco rígido. Si le colocamos un programa dañado, o se nos infiltra un virus, comienza a funcionar mal o cada vez con mayor lentitud. Podemos obtener la mejor computadora del mundo, la más nueva de todas, pero si le insertamos el software (programa) equivocado, funcionará como una más del montón.
De esa misma manera funciona nuestro sistema emocional y físico. Los nutricionistas dicen que somos el resultado de lo que comemos. Los psicólogos opinan que somos producto de lo que permitimos entrar a nuestro corazón y a nuestras emociones.
Es decir, lo que pensamos y dijeron o hicieron otros en nosotros.
Amigo, la mala actitud sólo lo llevará a la ruina. Hasta le hará perder la razón, aunque la tenga. Una vez escribí esta reflexión al respecto, que se la dejo para pensar.
Se llama  “la tiene, pero no”:
“¿Pensó alguna vez en la frase “perder la razón”? Este dicho se aplica cada vez que alguien se ve muy enojado por algo. Resulta interesante que, aún teniendo la razón, uno pueda no tenerla cuando la actitud no es correcta. No se puede perder algo si no se tiene. Amigo, ¿cómo reacciona ante una calumnia? y ¿qué tal cuando le dan la razón a aquél que verdaderamente no la tiene? ¿Sabe quién determinará que es el dueño de la razón? El que la tiene, y no hace “nada” para no perderla. Su actitud, es la que va a establecer quién tiene razón. “No se canse de hacer el bien que a su tiempo segara, si es que no desmayamos” decía un viejo discípulo de Jesús. Si no quiere perder la razón, entonces no se enoje. Tenga la paciencia Su obra completa, responda amablemente, sea afable, utilice el principio de la humildad. Entonces no la perderá, si es que la tiene.”
Desarrolle una buena actitud y llegará a lugares que aún ni se imagina.
Recuerdo una ocasión, cuando trabajaba bajo relación de dependencia. Justo el día que cambiaban la jefatura, yo llegaba tarde al trabajo porque regresaba de un viaje ministerial.
Mientras subía las escaleras hacia la oficina del nuevo jefe, mis compañeros bajaban con cara de espanto, diciéndome: “el jefe nuevo es un loco de la puntualidad, te va a comer vivo en cuanto te vea”. Pero yo respondí: “tranquilos, soy un hijo del Rey”. Les confieso que sentía un poco de temor porque si no le caía bien, mi carrera ministerial se vería tronchada, a causa de mis viajes (en ese tiempo terminaba mi primer disco “Quiero verte” y tenía muchas invitaciones).
Finalmente llegué a la oficina. Era bien amplia y contínuamente había gente alrededor del jefe, que siempre estaba sentado en el fondo. Hasta ese momento no lo conocía, ni siquiera sabía con quién me iba a encontrar. Para sorpresa mía, y de muchos, cuando lo vi creí que era un amigo de la infancia. Así que, inmediatamente corrí y le di un abrazo, como si fuera mi propio hermano… al cual no veía por años. Después de decir cosas como ” ¡Que bueno verte! ¡Que bien te ves! ¡Que bueno que seas el jefe! ¡Me alegra mucho, bienvenido!”, todo esto creyendo que era ese amigo que no veía hace años, deje de abrazarlo y, al alejarme, me percaté del cartelito con su nombre en el escritorio. ¿Qué creen? Efectivamente ¡no era el nombre de mi amigo! Este era muy parecido físicamente, pero su apellido ni se acercaba.
Pensé por dentro “Ay ¡en que lío me metí!… ¡ahora sí la hice peor!”, porque en la institución donde estaba trabajando, no es de respeto saludar a los jefes de esa manera. ¿Saben? el jefe respondió de la misma forma, saludándome como un amigo.
Hasta la fecha no sé que habrá pensado él, pero lo único que sé, es que MI ACTITUD PROVOCO UN CAMBIO EN EL TRATO QUE IBA A TENER. Aunque mi intención no fue premeditada, el resultado fue excelente.
Que le parece si tomamos la decisión en este mismo momento, de empezar a ver a las personas, como yo vi a mi nuevo jefe, como si fuera un buen amigo que hace tiempo no vemos, y utilizamos frases como “¡Que bueno verte!” “¡Gracias, eres muy amable!”. Le aseguro que obtendrá resultados asombrosos en la gente y en los negocios.
Acerca del autor: Ariel Costantino, es un reconocido compositor e intérprete, posee en su haber dos discos de alabanza y adoración contemporánea “Quiero verte” y “No se trata de dichos”.
Es director de “Un aula en tu congregación” a través de la cual ha capacitado a miles de jóvenes en el ministerio de la música en cientos de iglesias.
Actualmente junto a su esposa Ivana, se encuentra pastoreando “La iglesia de Palermo Soho” en la Ciudad de Buenos Aires Argentina, donde su ministerio se centra en equipar y ayudar a las personas para afrontar la vida cotidiana desde un nuevo enfoque; el de la gracia y la aceptación de Dios.

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